miércoles, 25 de julio de 2007

Una de las más grandes tragedias de la sociedad de masas, la sociedad de la prensa, de la televisión y de internet, es la renuncia voluntaria a la privacidad... Si tiempo atrás la vida privada era tan secreta que el secreto de los secretos era por definición el del confesor, ahora lo que se ha tergiversado es la noción de confesionario... El asalto a la privacidad hace que todos nos acostumbremos a su desaparición. Son ya muchos los que han decidido que el mejor modo de mantener un secreto es hacerlo público y, por tanto, se escriben correos electrónicos o se llaman por teléfono diciendo abiertamente lo que quieren decir, con la seguridad de que ningún intruso encontrará interesante una afirmación que no pretende ser disfrazada. La gente se va convirtiendo en exhibicionista porque aprende que ya no hay nada que pueda ser privado, y si ya no hay nada privado tampoco ninguna conducta puede ser ya escandalosa...La defensa de la privacidad no es solo un problema jurídico, sino moral y antropológico cultural.

Umberto Eco

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