viernes, 27 de julio de 2007

Al discutir una reforma, como la reforma fiscal, sería muy provechoso que no se olvidasen estos dos sencillos principios: 1. Dada nuestra incapacidad de abarcar de un solo golpe toda la realidad, está en la naturaleza de la democracia reformarse continuamente, como quien procede por aproximaciones o, incluso, por ensayo y error, y 2. Dado que no hay, aquí en la tierra, reformas últimas, definitivas y perfectas la pregunta no debe ser si tal o cual reforma nos lleva directo al paraíso – ninguna lo hace- sino si significa un avance o un retroceso. La grandilocuencia sólo estorba.

Ricardo Medina Macías

No hay comentarios: