miércoles, 18 de julio de 2007

Si alguno de los jóvenes de esta ciudad se dijese a sí mismo: ¿De qué manera podré yo alcanzar un gran poder y ponerme al abrigo de toda injusticia? El camino para llegar a ello es acostumbrarse, desde luego a alabar y vituperar las mismas cosas que el tirano, y esforzarse por adquirir la más perfecta semejanza con él...Explícame a cual de estas dos maneras de procurar el bien del Estado me invitas; si es la de combatir las tendencias de los atenienses, con la mira de hacer de ellos excelentes ciudadanos en calidad de médico, o la de ser servidor de sus pasiones y no tratar con ellos sino con la intención de adularlos...Los hombres, en efecto, se complacen con los discursos que se amoldan a su carácter y todo lo que es extraño a éste les ofende... Soy de aquellos que gustan que se les refute, cuando no dicen la verdad; que gustan también en refutar a los demás, cuando los demás se separan de lo verdadero; y que tienen, por consiguiente, igual complacencia en verse refutados que en refutar. Tengo, en efecto, por un bien mucho mayor el ser refutado, porque verdaderamente es más ventajoso verse uno mismo libre del mayor de los males que librar a otro de él; porque no conozco en el hombre un mal mayor que el de tener ideas falsas sobre la materia que tratamos...Si me pruebas que no tengo razón, no me enfadaré contigo; por el contrario, te tendré por mi mejor bienhechor.
Sócrates

No hay comentarios: