martes, 21 de abril de 2009

La condición filosófica es la discrepancia. Afirmar que el desacuerdo es no ya inevitable sino inherente a la filosofía no quiere decir que el valor cognitivo de la reflexión quede por ello mermado en modo alguno. Cuando menos porque el desacuerdo suele movilizar un debate que las diferencias pueden avivar con sugerencias y matices y encaminar en direcciones inexploradas o que acaso se cerraron en falso o fueron relegadas antes de tiempo.

Jesús Vega Encabo y Francisco Javier Gil Martín.
Pragmatismo, objetividad normativa y pluralismo. 
El debate sobre normas y valores entre H. Putman y J. Habermas.