lunes, 17 de septiembre de 2007

El Congreso se nos ha convertido en un superpoder que descabeza organismos autónomos por complicidad entre los secuaces de los tres partidos mayores. No han dado una razón, ni una sola, para cambiar a los consejeros del IFE tres años antes de terminar su período. Lo explican muy simple: es que les perdimos confianza. Se la perdieron ellos, los derrotados, que no han venido a consultar, en sus diversos distritos, la opinión de sus electores. Nos ignoran porque se deben a sus partidos y sólo a sus partidos. Todos fueron cogidos con las manos en la masa: no reportaron al IFE más de 280 mil spots ni dijeron cuánto pagaron por ellos. Así que urdieron una salida simple: despedir al auditor, echar a la calle al vigilante; de paso, dejar de pagar a radio y tv la propaganda electoral y embolsarse esos dos mil millones de pesos extra. Y no tenemos forma de parar esta nueva dictadura.

Luis González de Alba

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