lunes, 25 de enero de 2010

Concédaseme la gracia de morir cuando se haya extinguido el aceite de mi lámpara, antes que servir de pabilo a los flamantes ingenios mozos cuya fatuidad desdeña todo lo que no es nuevo, cuyo entendimiento no se muestra sino en la elección del vestido y cuya constancia expira antes que la moda.
Shakespeare
(Rey)
A buen fin no hay mal principio.

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