viernes, 21 de agosto de 2009

Si jugamos sin objetivos a largo plazo, nuestras decisiones se convierten en exclusivamente reactivas y nos vemos jugando el juego de nuestro oponente, no el nuestro. Mientras saltamos de una cosa nueva a la siguiente, acabamos por perder el rumbo, impelidos por lo que tenemos delante, en lugar de por los logros que necesitamos […] Antes de ser capaces de seguir una estrategia, sin embargo, hay que desarrollarla […] El estratega empieza con un objetivo para un futuro lejano y trabaja retrocediendo hasta el presente […] Los objetivos intermedios son esenciales. Son los ingredientes necesarios para crear las condiciones favorables para nuestra estrategia […] Demasiado a menudo señalamos un objetivo y nos dedicamos a él, sin tener en cuenta los pasos necesarios para alcanzarlo […] confiar en que el competidor cometa un error grave no es una estrategia viable […] Tener una meta y unos objetivos es el primer paso; mantenerlos y no perder el rumbo es el siguiente.

Garry Kasparov
Cómo la vida imita al ajedrez.

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