Lo contrario de lo complejo no es lo sencillo, sino lo simple. Por eso, complejidad y sencillez pueden coincidir, por más que siempre suponga un esfuerzo tratar de aunarlas. En cambio, el tratamiento simplista de tales cuestiones -el más abrumadoramente estéril de los cuales suele venir de la mano de la afectación- es el que acaba siempre, no por aclararlas, sino por hacerlas, además de complejas, complicadas.
Carlos Gómez Sánchez.
Freud y su obra.
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